Confabulario Total [1941 - 1961]
Juan José Arreola
Fondo de Cultura Económica
Juan José Arreola era un genio de la literatura mexicana. Cualquiera de sus contemporáneos y cualquiera de los escritores modernos (mexicanos, claro), le hacen los mandados.
¿Por qué? Pues porque Arreola manejaba un estilo exquisito, lleno de referencias literarias, con un lenguaje complicado hasta el piruetismo lírico, expresivo, colorido, majestuoso... pero siempre conservando un hiriente y sarcástico sentido del humor.
Ése es el acierto más grande de Arreola, éso le otorgó un programa en la televisión mexicana y la oportunidad de inundar con sus malabares linguisticos a miles de personas.
Mis papás eran amantes de ése programa de televisión y mi papá, en uno de ésos arranques de locura que de repente sufre, compró éste libro. El libro quedó olvidado en medio de la nada de los libreros de mi casa hasta que lo encontré casi por accidente.
Me enamoré de él de inmediato, supe que era así como yo quería escribir (cosa que aún intento de vez en cuando). He tratado de improvisar historias y pasajes literarios que concuerden con el contexto en el que me encuentro, del modo en el que lo hacía el señor Arreola, pero me ha resultado bastante difícil.
El libro está dividido en 5 secciones: Prosodia (lleno de referencias a novelas, autores, personajes ficticios o reales, etc.), Bestiario (pequeños pensamientos dedicados a distintas especies del reino animal), Confabulario (cuentos y relatos cortos), la Hora de Todos (una obra de teatro bastante entretenida) y Varia Invención (que, como su nombre lo indica, son pensamientos varios que poco o nada tienen que ver entre sí y con las demás secciones del libro.
Un libro muy recomendable. El problema es que no sé donde lo puedan conseguir. El ejemplar que yo poseo fue editado en 1962, no sé si existan nuevas reediciones o si se pueda conseguir alguna de las de ése año. Aún así, vale la pena el esfuerzo por encontrarlo.
Un pequeño pasaje, para terminar:
DE L'OSSERVATORE
A principios de nuestra Era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios del Imperio Romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de devolverlas inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace más de quince siglos, las puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzúas.
Bueno, aquí está otro:
ACHTUNG! LEBENDE TIERE!
Había una vez una niña chiquita, chiquita, que daba mucha lata en el zoológico. Se metía en la jaula de las bestias dormidas y les tiraba la cola. El brusco despertar de los feroces era precisamente la salvación de la criatura que se escapaba corriendo.
Pero un día la niña fue a dar con un león flaco, desprestigiado y solitario que no se dió por aludido. La niña abandonó los tirones de cola y pasó a mayores. Se puso a hacerle cosquillas al dormido y le revolvió una por una todas las ideas de la melena. Ante aquella total ausencia de reflejos, se proclamó en voz alta domadora de leones. La fiera volvió entonces dulcemente la cabeza y se tragó a la niña de un solo bocado.
Las autoridades del zoológico pasaron un mal rato porque la noticia salió en todos los periódicos. Los comentaristas pusieron el grito en el cielo y criticaron las leyes del universo, que consienten la existencia de leones hambrientos junto a incompatibles niñas maleducadas.
Juan José Arreola
Fondo de Cultura Económica
Juan José Arreola era un genio de la literatura mexicana. Cualquiera de sus contemporáneos y cualquiera de los escritores modernos (mexicanos, claro), le hacen los mandados.
¿Por qué? Pues porque Arreola manejaba un estilo exquisito, lleno de referencias literarias, con un lenguaje complicado hasta el piruetismo lírico, expresivo, colorido, majestuoso... pero siempre conservando un hiriente y sarcástico sentido del humor.
Ése es el acierto más grande de Arreola, éso le otorgó un programa en la televisión mexicana y la oportunidad de inundar con sus malabares linguisticos a miles de personas.
Mis papás eran amantes de ése programa de televisión y mi papá, en uno de ésos arranques de locura que de repente sufre, compró éste libro. El libro quedó olvidado en medio de la nada de los libreros de mi casa hasta que lo encontré casi por accidente.
Me enamoré de él de inmediato, supe que era así como yo quería escribir (cosa que aún intento de vez en cuando). He tratado de improvisar historias y pasajes literarios que concuerden con el contexto en el que me encuentro, del modo en el que lo hacía el señor Arreola, pero me ha resultado bastante difícil.
El libro está dividido en 5 secciones: Prosodia (lleno de referencias a novelas, autores, personajes ficticios o reales, etc.), Bestiario (pequeños pensamientos dedicados a distintas especies del reino animal), Confabulario (cuentos y relatos cortos), la Hora de Todos (una obra de teatro bastante entretenida) y Varia Invención (que, como su nombre lo indica, son pensamientos varios que poco o nada tienen que ver entre sí y con las demás secciones del libro.
Un libro muy recomendable. El problema es que no sé donde lo puedan conseguir. El ejemplar que yo poseo fue editado en 1962, no sé si existan nuevas reediciones o si se pueda conseguir alguna de las de ése año. Aún así, vale la pena el esfuerzo por encontrarlo.
Un pequeño pasaje, para terminar:
DE L'OSSERVATORE
A principios de nuestra Era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios del Imperio Romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de devolverlas inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace más de quince siglos, las puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzúas.
Bueno, aquí está otro:
ACHTUNG! LEBENDE TIERE!
Había una vez una niña chiquita, chiquita, que daba mucha lata en el zoológico. Se metía en la jaula de las bestias dormidas y les tiraba la cola. El brusco despertar de los feroces era precisamente la salvación de la criatura que se escapaba corriendo.
Pero un día la niña fue a dar con un león flaco, desprestigiado y solitario que no se dió por aludido. La niña abandonó los tirones de cola y pasó a mayores. Se puso a hacerle cosquillas al dormido y le revolvió una por una todas las ideas de la melena. Ante aquella total ausencia de reflejos, se proclamó en voz alta domadora de leones. La fiera volvió entonces dulcemente la cabeza y se tragó a la niña de un solo bocado.
Las autoridades del zoológico pasaron un mal rato porque la noticia salió en todos los periódicos. Los comentaristas pusieron el grito en el cielo y criticaron las leyes del universo, que consienten la existencia de leones hambrientos junto a incompatibles niñas maleducadas.
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