De mi sangre a tus cuchillas
Astro Discos, 2006
A la gente no le gusta experimentar. Las personas preferimos quedarnos en el lugar en el que estamos debido a que creemos que estamos seguros. Hasta hace poco, pensaba que le teníamos miedo al fracaso, pero, gracias a un amigo, me doy cuenta de que en realidad le tenemos miedo al éxito.
Es absurdo, pero le tenemos miedo a que, accidentalmente, las cosas nos salgan bien, porque entonces tendríamos que crear toda una explicación alrededor de algo que, en realidad, es producto de la casualidad. Eso es lo difícil, más que crear algo nuevo o interesante a partir de la experimentación, tener que explicarlo, hacer entender a los que les interesa cómo obtuvimos ésos resultados y no defraudarlos en el proceso. Es decir, ¿cómo le explicamos a alguien que tiene sus esperanzas o su interés en nosotros que no tenemos ni idea de lo que acabamos de hacer?
De ahí que a la gente le guste apegarse a las fórmulas probadas. Con ellas no hay que dar ninguna explicación, puesto que ya todo el mundo sabe cómo funcionan. No importa de qué se trate, no hay misterio alguno y, por lo tanto, no tenemos que pensar en un bonito discurso que resuma lo que hicimos.
Sin embargo, las fórmulas acaban con el interés que puede generar algo. Nadie se va a interesar de más, porque va a ser algo que ya antes ha visto, leído o escuchado. Quizás volteen a verlo como la novedad que es, pero no va a quedar marcado en su memoria, se convertirá en algo efímero...
Por ello las obras de bandas como Sonic Youth o The Pixies son tan importantes para la música rock, porque no le tenían miedo a experimentar. La primera a través de la experimentación con guitarras y distorsión y la segunda a través de los rítmos y las letras. A la hora de tener que explicar lo que hacían, simplemente obligaban a los preguntones a que se remitieran a la música. La respuesta a lo que quisieran saber estaba ahí, oculta e intrincada, pero ahí estaba.
El Columpio Asesino es una banda española que bien podría ser una especie de híbrido de éstas dos vertientes. Tiene todo el estilo de las composiciones que Black Francis hacía para los Pixies, pero con una buena carga de experimentación como la que nos recetaba Sonic Youth. Su primer álbum nos recordaba descaradamente a los Pixies, pero en éste han decidido ir más allá.
De mi sangre a tus cuchillas es su segundo álbum, lleno de atmósferas densas, resultado de la experimentación. Las capas interminables de sonidos crean una especie de barrera sobre la cual se escuchan los diversos instrumentos musicales. Lo que más me impresiona es el adecuado uso de las voces, siempre hasta atrás de todos los demás elementos, como si fuera parte misma de la atmósfera que rodea a cada canción.
Así, tenemos un álbum que, en poco más de 50 minutos nos ofrece una buena variedad de canciones. Tenemos la apacible No llores más, la bonita balada La perra del Hortelano, la excelente La zorra (que ya sabrán de qué se trata), así como otros tracks tremendos, como Edad Legal, Lucas 44-48, Floto, entre otras.
Además, trae (como bonus) una de mis canciones favoritas del álbum y la que mejor describe el trabajo de ésta gran banda, una canción llamada ¡Ahah...!
MP3: Edad Legal
MP3: ¡Ahah...!
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