Dir: Tinto Brass con Giancarlo Lui y Bob Guccione
Penthouse Films International, 1980
¿No les parece irónico que la capital de la iglesia católica esté situada en el corazón de Roma?
Ahora sí los romanos se hacen los muy puritanos y se dan golpes de pecho cada que alguien les habla de pecado... bueno, no tanto así, pero por ahí va la cosa.
Sin embargo, Roma antes era la capital del Imperio Romano. En dicha ciudad se concentraban todos los vicios y las aberraciones que se les puedan ocurrir. La virtud era fácilmente opacada por el pecado y el pueblo vivía a la merced de un montón de buenos para nada que sólo sabía comer, matar y coger.
Ya sé que Hollywood ha mostrado al Imperio Romano en varias ocasiones, pero siempre muestra el lado opulento, glamoroso. Puede que ésas producciones sean impresionantes en el aspecto visual, pero debemos reconocer que son históricamente inexactas.
Orgías, asesinatos, traición, exhibicionismo, ejecuciones públicas, excesos, abuso de poder, fetichismo, incesto, prostitución, burocracia... todo lo que se les ocurra. Todo éso y más era parte de la vida diaria de la clase alta de la Antigua Roma y, lamentablemente, es justamente éso lo que no vemos en las películas de Hollywood.
Así que, ¿qué pensarían que se necesitaría para mostrar éste otro lado de la historia en una película? Así es, tendría que ser una película pornográfica.
Penthouse sorprendió al mundo entero en el año 1980 al reunir a algunos de los actores más importantes de su generación en una película que cuando menos, se esperaba fuera erótica. Los resultados fueron sorprendentes: Malcolm McDowell (A Clockwork Orange), estelarizaba una película pornográfica, no hay otra forma de decirlo.
A lo largo de la película hay desnudos por doquier. Masculinos y femeninos por igual. Muchas escenas de sexo. Nada de soft-core, puro sexo explícito. Aún así, no crean que la película se enfoca sólo a eso.
Si Caligula fuera una película pornográfica normal, sólo que basada en el contexto histórico de la Antigua Roma, estaríamos frente a algo como lo que Private hizo hace un par de años con su versión de Cleopatra. En cambio, Caligula es una película histórica que retrata también los vicios y los excesos que la clase gobernante de aquella época disfrutaba todos los días.
Dicho de otro modo, las escenas de sexo explícito, así como las escenas de violencia y toda la sangre (que también es mucha), sólo sirven como accesorio a la historia principal. La alimentan, nos llena de ésa sensación de repulsión que al final se alivia con más vicios, más asesinatos, más traición.
En fin, si quieren ver ése otro lado de la historia que a nadie le gusta contar o si, como yo, son fans de las películas pornográficas, no deben perderse éste gran clásico del cine de culto.
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