4.7.06

Un pulgar deforme ha sido herramienta para forjar un destino


Fue así como sucedió, ¿no?

Un día una mamá changa dió a luz a un changuito deforme. El pobrecito había nacido con unos pulgares que se cerraban de manera transversal, opuesta a los demás dedos... pobrecito.

Los demás changuitos le hacían burla y seguramente el changuito vivió su vida triste y solo hasta que una changuita (probablemente también deforme, digamos que tenía la columna demasiado derecha o algo así) se fijó en él y juntos formaron una familia.

Y tuvieron changuitos que tenían los pulgares y la columna derechos y ellos también vivieron una infancia difícil y también fueron solitarios hasta que conocieron a changuitos y changuitas a los que les excitaban los defectos físicos.

Y ellos también tuvieron changuitos. Y ésos changuitos, a su vez, tuvieron más changuitos, hasta que hubo un número impresionante de changuitos que tenían los pulgares deformes.

Y todos ellos se cansaron de tener una infancia difícil. No querían éso para sus hijos y ellos y sus familias se fueron lejos. Formaron una tribu distinta, crearon herramientas que les permitía manipular su medio ambiente y armas que les permitía defenderse de las bestias salvajes y, con el tiempo, incluso cazarlas y alimentarse de ellas.

Y ellos prosperaron y pronto eran ellos los que se burlaban de los changos que no eran deformes. Y su sociedad pronto se volvió tan grande que necesitaban medios para organizarla. Comenzaron eligiendo a los más ancianos de la tribu, los más sabios para que les dijeran qué camino seguir, qué frutos recoger, qué bestias cazar, qué semillas sembrar, qué edificios construir, qué armas fabricar, qué otras tribus combatir, etc.

Pero mientras ésto pasaba y el paso de ésos changuitos deformes por el mundo se hacía cada vez más notorio, las formas en las que se elegían a éstos dirigentes fue cambiando para bien o para mal. Algunos eran elegidos por los mismos dioses, otros simplemente eran elegidos por ser los changuitos descendientes de otros changos que ya habían sido elegidos.

Conforme pasó el tiempo, los changuitos conquistaron al mundo. Depositaron a los descendientes de los changos que se burlaban de sus antepasados en cárceles por todo el mundo o los recluían en zonas específicas de las cuales no debían salir. Sus armas se volvieron más sofisticadas y destructivas. Su conocimiento llegó a ser su mayor herramienta y su posesión más preciada. Inventaron formas de elevarse por encima de otros changuitos como el poder o el dinero... Y encontraron una manera de hacer que todos fueran partícipes de la elección de sus dirigentes.

Y en algunos lugares, dentro de algunas tribus, como un reflejo inconsciente de un pasado común, se utilizó al pulgar deforme como elemento principal de ésas elecciones. Una marca, una señal pintada en el dedo pulgar, una señal inequívoca de la participación de cada chango dentro de un proceso que cada vez era más complejo.

Llegó un momento en el que la marca en el pulgar ya no era necesaria dentro del proceso, pero aún se seguía utilizando. Y los miembros de la sociedad de changos llevaban con orgullo ésa marca en el dedo deforme como un emblema. Lo mostraban a los demás changos en un despliegue de ciudadanía inusitado.

...Por un momento, por unos cuantos días, quizás, nuestra tribu de changos se volvía a reunir alrededor de ésos pulgares deformes y el poder que tienen sobre la sociedad... y la naturaleza temblaba y se lamentaba el día en que decidió permitir el nacimiento de un chango deforme hacía tantos miles de años ya.

N. del A. Para cuando termino de escribir éste enigmático texto, los resultados de las elecciones del 2006 en México, aún se desconocen. Los resultados preliminares no significan nada, es lo mismo que si YO les dijera quién va ganando, no es nada. Lo importante es el resultado final que se dará a conocer después del miércoles 5 de julio. Mientras tanto, me da la impresión de que la gente se siente un tanto manipulada, pero vale la pena esperar. Después todos los changos podremos encabronarnos todo lo que queramos y organizar fiestas o golpes de estado a discreción.

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