4.5.06

Esperando por la noche


Las noches de abril son calurosas en éstos rumbos. El dormir desnudo, con el vaso frío de cerveza cerca, se vuelve una necesidad casi tan grande como la necesidad de tener a alguien con quién compartir el calor. Alguien que duerma cerca de mi, tan desnuda como yo -un desnudo que no se queda en lo físico-, una respiración tranquila que acompase mis noches de melodías disonantes.

En ésas interminables noches de abril, solo en mi cama, un ballet de sombras roba mis últimos minutos de atención. Numerosas figuras cadavéricas que inventan una nueva danza cada noche para una melodía que nadie escucha, excepto yo. Alguien está tocando una guitarra en mi cabeza, alrededor de la cual las sombras que se cuelan por mi ventana crean y recrean sus pasos y vueltas.

La danza sube de tono y aumenta su rítmo conforme las sombras que provienen de la calle se confunden con las sombras que habitan en mis sueños. La música que mi cerebro ha venido tocando durante la velada cobra vida inusitada, iluminando el espacio, escribiendo palabras en el aire. Una melodía se convierte en otra y ésta en otra distinta. Un paisaje sonoro se abre frente a mis ojos cual si fuera una pintura surrealista. Sonidos diversos rasgan la pureza del lienzo, lentamente, hasta que un nuevo paisaje se desdibuja en mi mente.

El paisaje revela a una mujer desnuda -un desnudo que no se queda solo en lo físico-, una respiración tranquila que le devuelve un rítmo estable a la canción. Los sonidos y las melodías pronto se acompasan a ésta respiración, a éste subir y bajar de un pecho cósmico que contiene todo lo que conozco y todo lo que conoceré.

Al compás de ése movimiento, todo lo que existe vibra y resuena. Mi propia respiración se convierte en un eco más de éste sonido, en un instrumento más dentro de ésta obra sinfónica bombástica. Coros celestiales por un lado, percusiones en otro. Cuerdas, vientos, deseos, sentimientos, imágenes... la canción está terminada.

No hay comentarios.: