No todas las personas somos iguales. Eso ya deberíamos saberlo todos. No todos hemos pasado por las mismas situaciones, ni venimos del mismo contexto geográfico, político o social. No todos hemos tenido el mismo número de relaciones sentimentales (o sexuales, que, para fines prácticos, viene siendo lo mismo para muchas personas) ni las hemos experimentado del mismo modo. No todos comprendemos al mundo de la misma manera puesto que todos y cada uno vivimos en un mundo distinto.
Por ello no todos podemos comprender del mismo modo ése sentimiento que llevó al autor de éste texto a titular a éste espacio como "apuntes de un rencoroso". El rencor es un sentimiento tan sutil y necesario que seguramente todos lo hemos sentido alguna vez en nuestras vidas, aunque, volviendo a lo mismo, no todos lo hemos sentido con la misma intensidad ni la misma duración.
Hablando con algunas personas, llegué a la conclusión de que el rencor no es un sentimiento socialmente aceptado. La mayoría de la gente cree que es algo que te destruye por dentro, que te lleva a hacer cosas que nunca harías normalmente y que, finalmente, terminas lastimándote a tí mismo y a aquellos a quienes amas. Claro que éso mismo podríamos decirlo acerca de la televisión o de las drogas, así que no estoy muy de acuerdo con ello.
El rencor es un sentimiento necesario. Lo necesitas para llevar a cabo ciertas cosas. No hay un motor más grande para la psique humana que el rencor. Harías lo que fuera por saciar tu sed de venganza contra tu peor enemigo. Incluso pudiera ser que uno haría mucho más por vengarse de quien se lo merece que por cumplir sus metas de autorealización.
Sin embargo, no todo el mundo necesita vengarse. Hay gente que siente el rencor, porque es imposible no sentirlo, pero lo sepulta bajo capas de represión que, si bien no afectan el comportamiento del individuo a corto plazo, pueden crear transtornos terribles con el paso del tiempo. Éso nos remite de nuevo al principio. No todos necesitamos vengarnos porque no todos provenimos del mismo momento histórico-geográfico-social y, aunque así fuera, éso no haría ninguna diferencia.
Para darse cuenta de la diferencia de opiniones a éste respecto, basta ver las reacciones de algunas personas hacia, por ejemplo, el denominado cine de venganza.
Películas como los dos volúmenes de Kill Bill dirigidos por Quentin Tarantino o la trilogía de la venganza de Chan Wook Park (Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy y Lady Vengeance) son los mejores ejemplos de éste subgénero. Las personas que los ven siempre tienen percepciones polarizadas al respecto. Algunos lo toman como una fantasía, una aventura entretenida, pero irrealizable; mientras que otros lo tomamos como algo poético, una especie de justicia de la que nadie habla pero que siempre ha existido y que a algunos de nosotros nos deja con una buena impresión en medio del caos que es la vida real.
¿Por qué digo eso? En un país como México (y muchos otros alrededor del mundo) en los que ya no se puede contar con la policía (ya sea porque no pueden o porque no quieren) para que se haga justicia, el que uno se pueda tomar el castigo en sus propias manos es algo que, nadie podrá negar, arroja un rayo de esperanza ante un panorama que, de otro modo, sería desolador.
De modo que uno prefiere aferrarse a ése rencor. Abrazar la posibilidad latente de una venganza contra aquellos que son culpables del sufrimiento que sentimos. Realizar planes de venganza que bien se cumplirán o quizás no. En realidad no importa. Lo que importa es el empuje que sentimos cuando el rencor nos lleva de la mano. Cuando guía sus dedos a través de un teclado negro como lo hace ahora conmigo, o una pluma a través de un papel, o una cámara a través de distintas escenas, o una mano a través de las seis cuerdas de una guitarra... no importa, sólo importa disfrutar ése empuje y aprovecharse de él.
Las mejores películas del denominado cine de venganza (según el autor de éste texto):
- Kill Bill Vol. 1 y 2
- Lady Vengeance
- Oldboy
- Salton Sea
- Sin City
Obviamente hay muchas canciones de venganza y rencor, así que no le veo el caso a hacer una lista.
En cuanto a la literatura, pues creo que nadie escribe acerca de rencor como Michel Houllebecq. Ahora que si quieren algo más clásico, lean "El paraíso perdido" de John Milton.
Ahora, algunos se preguntarán: ¿y el rencor no tiene fin? Claro que sí. Llega un momento en el que todas las piezas caen en su lugar, el rencor se olvida y las heridas sanan. Ésto puede ocurrir por dos razones:
1) Porque la persona recupere aquello que había perdido en igual o mayor medida, es decir, que lo que nos fue arrebatado regrese en el rostro de otra persona o mediante algo distinto (pero equivalente o mejor). Por ejemplo, si nuestro rencor radica en la pérdida de la persona que amábamos, tendría que llegar una persona a quien amáramos del mismo modo o aún más para que el rencor desapareciera.
2) Porque la venganza ha sido llevada a cabo. La sed ha sido saciada y el rencor ya no tiene lugar dentro de nosotros. Aún así, ésto no es garantía. Ni siquiera tomar venganza de nuestros enemigos es suficiente (al menos no en todos los casos) para que tengamos paz.
En realidad podríamos decir que son necesarios ambos factores para que el rencor se disipe, lo cuál, lamentablemente, no siempre sucede...