Las puertas del reino
Héctor Toledano
Joaquín Mortiz
Un libro con matices de ciencia ficción que no terminan de realizarse, de materializarse dentro del mundo que se nos dibuja.
El escenario es el de un México vuelto a su estado original. Una Ciudad de México convertida nuevamente en un lago, dentro del cual las ruinas de la Catedral, el Palacio de Bellas Artes y otras edificaciones monumentales se descomponen y se vuelven parte de un paisaje que busca a toda costa regresar a su estado natural.
La historia tiene tintes apocalípticos, pero manejados desde un punto de vista humano, desde el punto de vista de una persona que ha vivido en ambos lados de la historia. Un viejo que se enamora de una mujer joven y que sufre por el recuerdo del amor que ya había perdido.
Quizás ése sea el mayor problema que encontré en ésta lectura: la dificultad prácticamente insalvable de relacionarse, identificarse con el personaje principal. Una persona que se vió inmiscuida en el crimen organizado, que vivió la locura de algo que no se nos acaba de explicar adecuadamente llamado la urdimbre, que se enamoró de su pupila, que siente culpa por haber contribuido con la muerte del amor de su vida, que se siente perdido por no haber triunfado como escritor y que, ahora, en un mundo sin escritura, le sea imposible conseguir ésa meta... Quizás simplemente haya sido el momento equivocado para mi para leer dicho libro. No acabo de entender todo lo que trata de decirme o, simplemente, no hay nada que entender porque no dice nada.
Aún así, es muy recomendable la lectura en las partes donde se describen los paisajes desolados. Especialmente al principio y al final del libro, en donde se describen, respectivamente, la ciudad en ruinas y la selva inescrutable donde alguna vez existieron carreteras y pueblos.
Héctor Toledano
Joaquín Mortiz
Un libro con matices de ciencia ficción que no terminan de realizarse, de materializarse dentro del mundo que se nos dibuja.
El escenario es el de un México vuelto a su estado original. Una Ciudad de México convertida nuevamente en un lago, dentro del cual las ruinas de la Catedral, el Palacio de Bellas Artes y otras edificaciones monumentales se descomponen y se vuelven parte de un paisaje que busca a toda costa regresar a su estado natural.
La historia tiene tintes apocalípticos, pero manejados desde un punto de vista humano, desde el punto de vista de una persona que ha vivido en ambos lados de la historia. Un viejo que se enamora de una mujer joven y que sufre por el recuerdo del amor que ya había perdido.
Quizás ése sea el mayor problema que encontré en ésta lectura: la dificultad prácticamente insalvable de relacionarse, identificarse con el personaje principal. Una persona que se vió inmiscuida en el crimen organizado, que vivió la locura de algo que no se nos acaba de explicar adecuadamente llamado la urdimbre, que se enamoró de su pupila, que siente culpa por haber contribuido con la muerte del amor de su vida, que se siente perdido por no haber triunfado como escritor y que, ahora, en un mundo sin escritura, le sea imposible conseguir ésa meta... Quizás simplemente haya sido el momento equivocado para mi para leer dicho libro. No acabo de entender todo lo que trata de decirme o, simplemente, no hay nada que entender porque no dice nada.
Aún así, es muy recomendable la lectura en las partes donde se describen los paisajes desolados. Especialmente al principio y al final del libro, en donde se describen, respectivamente, la ciudad en ruinas y la selva inescrutable donde alguna vez existieron carreteras y pueblos.
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